domingo, 12 de febrero de 2017

SEMBLANZA presentación “Del corazón p’adentro”

Buenas tardes.
Estimadas compañeras y compañeros de letras.  Letras escritas y letras leídas.
Esto de escribir un libro es cosa fácil, tanto como lograr una estatua desbastando una roca con el cincel o una madera con gubia, formón, escoplo.  Aún con una bola de barro llegar a un jarrón y con pastas de colores dibujar una vida sobre la tela.  Es arte también el cantar de la cigarra que acompaña la tarea de las hormigas y que nos avisa que hará mucho calor y debemos hidratarnos.  Claro que la pobre tiene mala prensa.
Es fácil, mas creo que nunca me saldría una obra que no sea escribiendo.

El tema es arribar a la persona y a su tiempo.  En éste se conjugan las circunstancias y afluye la necesidad de comunicación hacia los demás. 
Claro está que…
Oímos decir que un humano habla a una planta y ésta crece más rozagante que otras ¿Por qué no ocurriría que un ser de un “cuarto reino” nos transmita ondas de activación para despertar alguna de nuestras capacidades?
Entonces sería lo suficiente pedante argüir reinos mineral, vegetal y animal simplemente porque los vemos, porque racionalmente percibimos con nuestros sentidos físicos los objetos de nuestro entorno. 
El caso es que tenemos, mal que nos pese, otros sentidos como percepción adicional.  Son otras capacidades y ésta de sentir nos impulsa a ir más adentro para recabarlas.  Y aquí ubico a las circunstancias  ¿suerte?  ¿destino?
Es así como que no me creí dueño de las notas que están en mi libro y me negué a publicarlas.  Luego, en una reversión total de ésta idea me consideré “herramienta” de todo este sistema del conocimiento y acepté difundirlas.
Es que cada una de ellas me surgió del subconsciente hasta la punta del bolígrafo.  Tal es así que para traerlas al consciente debí leerlas para saber qué cosa había escrito.

En las pequeñas observaciones de la vida cotidiana voy centrando mis notas como incitación a mirar nuestro derredor, a apreciar a personas y cosas y devenir en una comprensión del mismo.  Bueno… a veces le agrego mis fantasías, pero a veces nomás.
Todo este proceso se me inició desde adolescente.  Por ése tiempo escribí algunos poemas sencillos.  Hasta entusiasmado con la música tropical arribé a escribir la letra de una cumbia. 

Luego llegaron tiempos “oscuros” -visto desde la óptica poética-.  Es que el instinto llama y, como animal que soy, decidí la preservación de la especie.  La procreación en nuestra sociedad nos impele a trabajar duro y a especializarnos en las técnicas de supervivencia. 
En mi caso fue el tema económico en los estudios de Contador.  No, no llegué a coronar mis esfuerzos con una cartulina, aunque me especialicé en el Análisis de Sistemas que otorgó un cariz distinto a mi actividad administrativa y sustentó la vida de mi familia que es, en definitiva, el fin de mi trabajo. 
Otra etapa posterior a ésta fue la inserción en los estudios de Demografía y Turismo.  Aquí recogí un panorama de tono social que paulatinamente fue desplegando en mí un nuevo punto de vista de la vida.

En mi afán de conectarme con las demás personas desarrollé un magazine radial turístico-cultural en una emisora de Buenos Aires durante el cual emití programas alternando destinos nacionales e internacionales.  Pretendí acercar las vivencias distantes a través de la palabra.

Luego integré el Taller Literario de Sebastián Barrasa durante el cual me salieron a la luz otros potenciales.  Fue la libertad para crear en formas de prosa, verso y diálogo una buena cantidad de las obras insertas en mi libro.  Aún hay más.

Y seguí observando:
Aspectos sicológicos y sociológicos del animal humano en lucha constante con el sistema económico de absorción de la personalidad: la negación de la creatividad, la aceptación a patrones de comportamiento masivo.
La primacía en la elevación cuantitativa entre individuos en contraposición a la elevación cualitativa interior al individuo. 
Se prioriza el ser más que los demás frente a ser más que sí mismo.  En fin, aquel primer direccionamientos conduce a una guerra de todos contra todos.  Soslayada, pero guerra sin dudas.
Y resultaría natural pensar que será así que el predador del humano es el propio humano  ¿Quién si no?

A luces vista y recorriendo la historia, en principio, recogemos un sinfín de matanzas  ¿Es que acaso han sido útiles para regular la cantidad de individuos en la especie humana?  Yo no tengo la respuesta.  Yo tengo mi respuesta: debo decir que sí.
¿Tan trágico es esto?  Sí, lo es, pero la solución sigue su marcha…
Hoy somos muchos individuos, muchísimos.  Luego hablar de matanza será hablar de ¿mil muertos?  Es poco.  Regular la población humana acorde a los alimentos que se producen hoy requiere más muertos.  Por esto hablamos ya de genocidios.  Y se dan.  Bastará referirme, al menos, a todo lo que enuncia Eduardo Galeano en “Las venas abiertas…” y “Patas arriba”.

En nuestra vida mundana son muy variadas las cosas y así como hay espinas también gozamos de rosas.
Es que nuestro mundo nos proporciona válvulas de escape al atosigamiento cotidiano.  Algo así como para amar un poquito más a nuestros semejantes.  
Debemos munirnos de la suficiente amplitud de criterio para escaparnos de la estructura con que la economía nos aprisiona.  O sea, pensar.

Si digo hacer turismo nuestra cabeza viaja en un periplo por el mundo.  Y no es esto, necesariamente.  La plaza de nuestro barrio o del barrio vecino nos da un microturismo adecuado a la relajación mental.
Observando el entorno –vuelvo al entorno y a la vida cotidiana mencionada al inicio- encontramos a todos nuestros vecinos: humanos grandes, humanos chicos, pájaros, perros, árboles, flores.  Vecinos para compartir, vecinos para no competir.
Y de tanto en tanto la lectura de un capítulo del libro que llevamos para alternar la estancia.
Agradezco a los presentes la atención a éstas mis palabras
a Editorial Almaluz y a todo su equipo la estructura profesional para hacer llegar a ustedes ésta obra mía
a la Licenciada Adriana Rodríguez, Directora de Almaluz, que condujo con precisión mi impulso literario
a María Valentino, colega escritora, con quien departimos a menudo sobre tónicas de expresión de nuestros sentires

a Dora, mi pareja, que -como bien dice el refrán “detrás de todo hombre hay una gran mujer”- alentó mis esperanzas para publicar esta obra.

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