MEMORIAS DE VIGILADOR 2
Pero heme aquí dispuesto a reventar esta noche
como tantas otras, trabajando. Y trabajar de vigilador es trabajar
también. Se manejan acciones como en cualquier otra tarea. Son distintas, sí, pero son tareas. Es tener atentos
todos los sentidos
durante todo
el tiempo. Es observar
todos los elementos
de seguridad en todo el ámbito de la
vigilancia durante todo
el tiempo. Puertas, portones,
cerraduras, luces y…personas.
Pero esta fue la última
noche que trabajé incrédulamente . Fue la última
noche en que sólo me
importó vigilar la “seguridad de las
personas y bienes” como decimos en
nuestra profesión.
A partir de hoy
sumé otros atisbos a mi función. Y no es solamente
que el juego de luces y sombras dibuje fantasmas . Porque
los fantasmas existen en nuestra
imaginación. En la realidad existe la
realidad. Sólo que
hay realidades que
son poco comunes o que desconocemos principalmente a la noche en que
nuestra actividad humana es menor . Pero como mi
actividad nocturna es mayor ocurrió que
estas realidades se me
presentaron en algún momento . Alguna de ellas ya la comenté con
anterioridad.
Ahora estoy atento
cada
noche a nutrirme de nuevas realidades
que pueblan mi
fantástico mundo .
Paso a referirles lo de hoy que , en definitiva ,
debo adquirirlo como una simbiosis.
—¡Otra vez arañas! —digo.
Al fijar la mirada reconozco que son cucarachas.
Una , dos,… una
hilera interminable y ordenada de estos
insectos que se dirigen hacia la puerta
de calle. Me
levanto y cruzando sobre ellas –que
no se inmutan- advierto que están
saliendo del pozo del segundo ascensor que
está en el fondo del pasillo de la planta
baja.
—¿Qué
pasa? ¿A dónde van ? —me pregunto.
—A la
calle, lejos de aquí, este edificio se
derrumba, habrá un sismo en Buenos Aires —escucho.
—¿Y vos cómo sabés esto ,
Marcelo? —le pregunto inquieto (Marcelo es el
encargado que vive en la planta baja).
—No soy
Marcelo, soy Qaqu —alguien me
contesta.
Revoleo la cabeza y los ojos a todos sitios buscando a Marcelo. No está.
Pienso: hoy es sábado y se fue ya
que mañana, domingo ,
no trabaja.
—¿Quién
es Qaqu? —grito .
—Sí,
José Galeano. Todo
es cierto —me
responde Qaqu leyendo mi pensamiento—. Todo eso te transmitimos para que tu lo hagas
conocer. Por
esto eres valioso
y debes salvar tu
vida .
—¡Sal ya mismo! —escucho el grito imperioso .
Obedezco como
un autómata corriendo detrás de la última cucaracha que
siguen entrando a la alcantarilla hacia los desagües cloacales y llego al medio
de la calle cuando el estrépito infernal
de mampostería que golpea y se deshace contra el suelo comienza a ensordecerme.
Continúo corriendo hacia la avenida , tambaleando por
los sacudones del piso .
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