PRÓLOGO
Un
prólogo es algo así como lo que está antes que otro algo.
Tal
vez me sirve para disculparme por lo que les cuento luego.
Es
que no me siento muy dueño de mis ocurrencias.
Porque
lo que viene a continuación lo percibo como el haberlo recibido de alguien más,
de otro ser.
¡Me
siento tan pequeño!
Y
más, aún, luego de un experimento científico que realicé. Les cuento.
Resulta
que apunté mis ojitos a un microscopio y vi.
Vi un objeto con otros más que les giraban alrededor. Por convención les llamé núcleo al del centro,
electrón a los demás y átomo a todo el conjunto.
Me
dije: -esto es como arribar a un infinito.
Hete
aquí que, luego, apunté mis ojitos a un telescopio y observé un objeto con
otros más que les giraban alrededor. Por
convención les llamé estrella al del centro, planetas a los demás y sistema
planetario al conjunto de todos ellos.
-Esto
es como llegar a otro infinito- me dije.
¿Y
yo?
¿Yo
estoy en medio del infinito?
¡Me
siento tan pequeño!
En
este contexto de infinitud es el hombre un ser ínfimo. Bastará comprender esta pequeñez para
sustraernos a las miserables rivalidades que nos enfrentan y los enconos que
nos separan.
¿Arribar,
tal vez, a un estadio de placidez?
Tal
vez…
Será
que debamos bogar por la humildad en nuestras concepciones de vida. Será que debamos bogar por ser mejores que
nosotros mismos antes que ser más que los demás. Creo que aquí es donde está la lucha
verdadera porque éste es el camino para llegar al infinito: hallar dentro de
nosotros un algo más para ser mejor.
En
la perseverancia –no mucha- de esta idea dejo a continuación algunos retazos de
circunstancias de vida que recibí, como antes dije.
Cada
historia tiene un final feliz. Nada más
debemos saber administrarla.
Juzgadme
constructivamente y seguiré construyéndome.
Os
lo agradeceré.
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