SEMBLANZA presentación “Del corazón
p’adentro”
Buenas tardes.
Estimadas compañeras y compañeros de
letras. Letras escritas y letras leídas.
Esto de escribir un libro es cosa fácil,
tanto como lograr una estatua desbastando una roca con el cincel o una madera
con gubia, formón, escoplo. Aún con una
bola de barro llegar a un jarrón y con pastas de colores dibujar una vida sobre
la tela. Es arte también el cantar de la
cigarra que acompaña la tarea de las hormigas y que nos avisa que hará mucho
calor y debemos hidratarnos. Claro que
la pobre tiene mala prensa.
Es fácil, mas creo que nunca me saldría
una obra que no sea escribiendo.
El tema es arribar a la persona y a su
tiempo. En éste se conjugan las
circunstancias y afluye la necesidad de comunicación hacia los demás.
Claro está que…
Oímos decir que un humano habla a una
planta y ésta crece más rozagante que otras ¿Por qué no ocurriría que un ser de
un “cuarto reino” nos transmita ondas de activación para despertar alguna de
nuestras capacidades?
Entonces sería lo suficiente pedante
argüir reinos mineral, vegetal y animal simplemente porque los vemos, porque
racionalmente percibimos con nuestros sentidos físicos los objetos de nuestro entorno.
El caso es que tenemos, mal que nos
pese, otros sentidos como percepción adicional.
Son otras capacidades y ésta de sentir nos impulsa a ir más adentro para
recabarlas. Y aquí ubico a las
circunstancias ¿suerte? ¿destino?
Es así como que no me creí dueño de las
notas que están en mi libro y me negué a publicarlas. Luego, en una reversión total de ésta idea me
consideré “herramienta” de todo este sistema del conocimiento y acepté
difundirlas.
Es que cada una de ellas me surgió del subconsciente
hasta la punta del bolígrafo. Tal es así
que para traerlas al consciente debí leerlas para saber qué cosa había escrito.
En las pequeñas observaciones de la vida
cotidiana voy centrando mis notas como incitación a mirar nuestro derredor, a
apreciar a personas y cosas y devenir en una comprensión del mismo. Bueno… a veces le agrego mis fantasías, pero
a veces nomás.
Todo este proceso se me inició desde
adolescente. Por ése tiempo escribí
algunos poemas sencillos. Hasta
entusiasmado con la música tropical arribé a escribir la letra de una
cumbia.
Luego llegaron tiempos “oscuros” -visto
desde la óptica poética-. Es que el
instinto llama y, como animal que soy, decidí la preservación de la
especie. La procreación en nuestra
sociedad nos impele a trabajar duro y a especializarnos en las técnicas de supervivencia.
En mi caso fue el tema económico en los
estudios de Contador. No, no llegué a
coronar mis esfuerzos con una cartulina, aunque me especialicé en el Análisis
de Sistemas que otorgó un cariz distinto a mi actividad administrativa y sustentó
la vida de mi familia que es, en definitiva, el fin de mi trabajo.
Otra etapa posterior a ésta fue la
inserción en los estudios de Demografía y Turismo. Aquí recogí un panorama de tono social que
paulatinamente fue desplegando en mí un nuevo punto de vista de la vida.
En mi afán de conectarme con las demás
personas desarrollé un magazine radial turístico-cultural en una emisora de
Buenos Aires durante el cual emití programas alternando destinos nacionales e
internacionales. Pretendí acercar las
vivencias distantes a través de la palabra.
Luego integré el Taller Literario de
Sebastián Barrasa durante el cual me salieron a la luz otros potenciales. Fue la libertad para crear en formas de
prosa, verso y diálogo una buena cantidad de las obras insertas en mi
libro. Aún hay más.
Y seguí observando:
Aspectos sicológicos y sociológicos del
animal humano en lucha constante con el sistema económico de absorción de la
personalidad: la negación de la creatividad, la aceptación a patrones de
comportamiento masivo.
La primacía en la elevación cuantitativa
entre individuos en contraposición a la elevación cualitativa interior al
individuo.
Se prioriza el ser más que los demás
frente a ser más que sí mismo. En fin, aquel
primer direccionamientos conduce a una guerra de todos contra todos. Soslayada, pero guerra sin dudas.
Y resultaría natural pensar que será así
que el predador del humano es el propio humano
¿Quién si no?
A luces vista y recorriendo la historia,
en principio, recogemos un sinfín de matanzas
¿Es que acaso han sido útiles para regular la cantidad de individuos en
la especie humana? Yo no tengo la
respuesta. Yo tengo mi respuesta: debo
decir que sí.
¿Tan trágico es esto? Sí, lo es, pero la solución sigue su marcha…
Hoy somos muchos individuos,
muchísimos. Luego hablar de matanza será
hablar de ¿mil muertos? Es poco. Regular la población humana acorde a los
alimentos que se producen hoy requiere más muertos. Por esto hablamos ya de genocidios. Y se dan.
Bastará referirme, al menos, a todo lo que enuncia Eduardo Galeano en “Las
venas abiertas…” y “Patas arriba”.
En nuestra vida mundana son muy variadas
las cosas y así como hay espinas también gozamos de rosas.
Es que nuestro mundo nos proporciona
válvulas de escape al atosigamiento cotidiano.
Algo así como para amar un poquito más a nuestros semejantes.
Debemos munirnos de la suficiente
amplitud de criterio para escaparnos de la estructura con que la economía nos
aprisiona. O sea, pensar.
Si digo hacer turismo nuestra cabeza
viaja en un periplo por el mundo. Y no
es esto, necesariamente. La plaza de
nuestro barrio o del barrio vecino nos da un microturismo adecuado a la
relajación mental.
Observando el entorno –vuelvo al entorno
y a la vida cotidiana mencionada al inicio- encontramos a todos nuestros
vecinos: humanos grandes, humanos chicos, pájaros, perros, árboles,
flores. Vecinos para compartir, vecinos
para no competir.
Y de tanto en tanto la lectura de un
capítulo del libro que llevamos para alternar la estancia.
Agradezco a los presentes la atención a
éstas mis palabras
a Editorial Almaluz y a todo su equipo
la estructura profesional para hacer llegar a ustedes ésta obra mía
a la Licenciada Adriana Rodríguez,
Directora de Almaluz, que condujo con precisión mi impulso literario
a María Valentino, colega escritora, con
quien departimos a menudo sobre tónicas de expresión de nuestros sentires
a Dora, mi pareja, que -como bien dice
el refrán “detrás de todo hombre hay una gran mujer”- alentó mis esperanzas
para publicar esta obra.